El origen de la tonada es remoto, tanto que se remonta a la canción andaluza cuya expresión más antigua es el Cante Jondo, arte musical primario que llegó a España en la voz y en la guitarra del moro. Su linaje tiene sabor a lejanías en el tiempo y en el espacio pues, enraizado bajo el sol de la vieja Andalucía e iluminado por los rayos del dios Inti en la tierra  americana, dio vida a nuestra tonada bañándola con su luz impregnada de infinito. Porque el atractivo de la tierra incaica no residía solo en el ansiado oro. Su opulencia también anidaba en un rico patrimonio en un rico patrimonio espiritual y dentro de él, en expresiones musicales cautivantes que estaban profundamente arraigadas en el Imperio. Es por eso que los sones milenarios que sustentaban a la canción andaluza se enfrentaron con la  belleza del yaraví, canto ancestral inca y de la pugna entre ambos surgieron rivalidades y sometimientos, contiendas y dominaciones mutuas, hasta que finalmente se fusionaron en su íntimo abrazo para dar vida a una flamante voz, a una nueva expresión del canto que manifiesta el vigor de la estirpe criolla: la tonada.

Federico García Lorca, poeta granadino del que todos sus biógrafos destacan el ambiente de campo en que creció y en el que su padre gustaba reunir frecuentemente a guitarristas y “cantaores”, expresa provechosos e interesantes conceptos acerca del Cante.

Dice Lorca “Es un rarísimo ejemplar del canto primitivo, el más viejo de toda Europa (…) Se trata de un canto andaluz que existía en germen antes que los gitanos llegaran” (F. García Lorca, Editorial ALTAYA, Barcelona 1994) En la conferencia pronunciada en 1922 “El cante Jondo: primitivo canto andaluz” el poeta destaca las características del cante:

  • “Es hondo, más que todos los pozos y todos los mares que rodean al mundo (…) Viene de razas lejanas, atravesando el cementerio de los años y las frondas de los vientos marchitos. Viene del primer llanto y del primer beso”.
  • “La emoción más emocionante y profunda de nuestra misteriosa alma… las parte más diamantina de nuestro canto”.
  • “El andaluz, con profundo sentido espiritual, entrega a la naturaleza todo su tesoro íntimo con la completa seguridad de que será escuchado”.
  • “Es el inmenso tesoro milenario que cubre la superficie espiritual de Andalucía”.
  • “El cantador cuando canta, celebra un solemne rito, saca las viejas escénicas dormidas y las lanza al viento en su voz”.
  • “Es pues, señores, el canto jondo, tanto por la melodía como por los poemas una de las ecuaciones artísticas populares más  fuertes del mundo”.

 

 

La letra de la tonada  y la herencia métrica

La letra de la tonada hereda la métrica y la temática del canto jondo a través del cancionero andaluz. Recibe este legado sólo de España y no del Perú ya que el canto incaico estaba concebido en quechua y esta lengua no fue incorporado a la nueva especie.

Los versos son octosilábicos, tal vez porque ésta es la métrica que más se acerca al lenguaje oral del pueblo.

Pueden estar agrupados en forma de cuarteta como ésta que se estaba en San Luis a comienzos del siglo XX, don Jesús Darío Salas:

 

/a un santo Cristo de acero

Mis penas le conté yo/

/como habrán sido de tristes

Que el mismo santo lloró. /

 

Y que en Chile la encontramos en el repertorio de las cantoras especialmente en la región del Maule (Talca y Linares) con alguna variación: (de las hermanas Manuela y Eduvigis Sandoval, Talca)                                                                                                                      

                                                                      

A un santo Cristo de acero

Mis penas le conté yo

Como serían de grandes

Que el santo Cristo lloró.

 

Hay tonadas de seis versos como la que a continuación transcribo

 

Es tanto el mal que me has hecho

Por el cariño que te di

Que cuando mis ojos quieran

Yo los dejo llorar por ti

Es tanto el mal que me has hecho

Por el cariño que de ti.

 

También la versificación puede presentar formas de octavas y décimas (hablamos de la tonada), las que generalmente se logran con la repetición de pares de versos. Al referirnos a la métrica de las tonadas hemos señalado que sus versos son octosilábicos. Sin embargo existe un caso atípico en el cancionero popular de la región cuyana (Cuyo, Argentina). Se trata de la tonada “La Tupungatina”, única en el género que responde a una medida de versificación diferente ya que la profundidad de su mensaje fue lograda en versos endecasílabos.

 

 En un viaje que hice a San Luis, provincia de Cuyo, tuve la suerte de conversar con el historiador y escritor señor Hugo Funcade, contacto hecho por el folklorista puntano Pedro Palacios y me decía “Esta bella muestra de nuestro folklore musical nació en Mendoza, pero goza de antiguo arraigo en la provincia de San Luis. Debe su nombre al hecho de ser cantada desde sus comienzos en la localidad de Tupungato, aunque también fue conocida como “La tirana”, (aludiendo al desprecio amatorio de la mujer querida.)

La versión mendocina que se canta dice:

 

Ya me voy para los campos y adiós/

A buscar hierba de olvido y dejarte/

 

A ver si con esta ausencia pudiera/

Con relación a otro tiempo olvidarte/

 

He vivido tolerando martirios /

Y nunca pensé mostrarme cobarde/

 

Arrastrando una cadena tan fuerte/

Hasta que mi triste vida se acabe/

 

Cuando halla sellado el tiempo mis penas/

Y mis terribles tormentos se acabe/

 

Se cumplirá aquel acogió que dice

“no hay mal que por bien no venga aunque tarde”

 

En otra versión en San Luis, la tercera estrofa muestra un cambio en los dos últimos versos, situando aún más lejano el momento en que tanto tormento llegue a su fin:

 

Cuando no halla tierra, ni agua, ni cielo /

Se acabarían mis tormentos cobardes/

 

En Chile se canta como “El Martirio”(denominación referida a la pena producida por un amor no correspondido), y su llegada al país puede deberse a la venida de muchos mendocinos a trabajar en las grandes obras de comienzos de siglo XX, como la construcción del canal melado (aguas color de miel), o a las grabaciones hechas en discos 78RPM a contar de las primeras décadas en Buenos Aires, Argentina, por muchos artistas chilenos (1927, “Los Cuatro Huasos” con el antiguo nombre de “Conjunto Criollo Chileno”.) “El martirio” formaba parte del repertorio de tonadas de Polo Tillería, que después de terminadas las obras del canal se quedó a vivir al interior cordillerano de Longaví. De él lo aprendió doña Mercedes Arévalo casi en la totalidad de los versos de la composición original.

 

Ya me voy por esos campos y adiós/

A buscar yerbas de olvido y dejarte/

 

A ver si con esta ausencia pudiera/

Con la dilación del tiempo olvidarte/

 

He vivido tolerando un martirio/

Y jamás pienso mostrarme cobarde/

 

Arrastrando las cadenas más fuertes/

Hasta que mi triste vida se acabe/

 

Algún día quiera el cielo tirana/

Que mis terribles tormentos se acaben/

Cumpliéndose aquel adagio que dice/

No hay mal que por bien no venga aunque tarde/

 

Lágrimas mis tristes ojos derraman/

Solo ellos se van convirtiendo en mares/

 

Mi pecho es un abismo de pena/

En donde solo se encuentran pesares/

 

La más amable compaña reciban/

De mi triste corazón un adiós/

 

A despedirme rendido he venido/

Hasta quedar rendido en amores/

 

Había que incluir la tonada religiosa folclórica de importante uso en las fiestas religiosas de nuestra región en el sur del Maule, como: las novenas, cambios de Virgen y fiestas en homenaje al Niño Dios y Santos Patronos.

Es una expresión cultural significativa y que va aun en estos tiempos con las actividades agrícolas según el calendario religioso. Todas estas son ocasiones donde se producen los contactos e intercambios entre los cultores naturales y cantantes populares, oralidad en todas sus expresiones, oportunidad además de identificarse colectivamente con una comunidad mayor, ampliada.

Y el canto evangélico que junto a la tonada religiosa, son expresiones de fe de una comunidad con las mismas necesidades religiosas.

Y sin dejar de lado la música mejicana de gran aceptación en los pueblos y campos de la región y que lleva muchos años incorporándose al repertorio  de muchos cantores populares y cultores naturales también.

“Corridos” y “correteados” son formas poéticas creadas por artistas populares que ellos mismos musicalizan, son infaltables en todas fiestas familiares, comunitarias, o popular.