Entrevista a Margot Loyola
Cuál es la diferencia entre lo folclórico y popular? ¿hay un límite claro?
“El primer eslabón para llegar a lo folclórico es lo popular, todo debe ser primero popular, y luego si permanece se adopta y, entonces, pasa a ser folklore; cuando ya toma las características que le imprimen las comunidades. Nosotros usamos más lo popular, porque lo folklorico es un poco estrecho, hay cosas muy interesantes que no son folklóricas, en cambio lo popular abarca un espectro mucho más amplio” nos dice mirando a Osvaldo, quien indica “por lo tanto , todo lo que es popular para una comunidad está a un paso de transformarse en tradicional, de tal manera que, como la cultura tradicional es dinámica, todo lo que está llegando en estos momentos a las comunidades, llamémoslo cumbia, rap, reggaetón, muchos ritmos, tenemos que observar qué va a pasar en las comunidades con ellos, si se van a adoptar o se van a morir”
¿Cuál sería el periodo de tiempo para que algo popular se transforme en tradicional o folklórico?
La maestra responde “antes eran 100 años, ahora es menor y lo que pasa es que como viene tanta cosa, nada va quedando. Es tanto lo que viene, que mata lo que está, ahora es más difícil mantener algo permanentemente, porque todo viene y se va y viene lo nuevo”. Osvaldo la mira y complementa la respuesta “¨por eso puede que el canto de Nelson Shwenke, un excelente compositor y poeta, identifique a un grupo humano para quienes ya es casi tradicional, pero si lo tomamos en el común no, porque su música para ser entendida requiere una decantación en el tiempo”.. “esta música tiene que ascender al pueblo y el pueblo apropiarse del tema, cuando pasa a ser de dominio colectivo y se pierde prácticamente el autor, como el “Gorro de Lana”, que sabemos que es de Jorge Yañez pero ya las comunidades se lo apropiaron; “Si vas para Chile”, “La reina del Tamarugal”, en el norte; y algunos temas de la Violeta como el “Rin del Angelito”, que yo he escuchado su melodía acompañando bailes religiosos en el norte, y muchas veces al preguntarles quien es el autor, no saben. El pueblo no conoce el autor, pero se apropió de ellos”
Entonces, finalmente, ¿quien define si algo pasa a formar parte de nuestro folklore?
“Es el pueblo el que decide” dice Margot, levantando el dedo índice para enfatizar “el pueblo sabe muy bien lo que tiene que permanecer y lo que tiene que irse, sin dirección, sin mandato y sin leyes. El pueblo tiene sus propias leyes, y sus propios mandatos, basados en su idiosincrasia y en lo que lo identifica. El pueblo se identifica en el corazón. Entonces, hay que observar este fenómeno directamente en el pueblo. Cuando a mi me preguntan sobre la cumbia, la cumbia que ya tiene un sello chileno muy marcado; está la vuelta primero y el cambio de lado. Yo les ¡metan el pañuelo en la cumbia, por favor! Enfatiza, sonríe y agrega,… “no lo logro, no lo meten, yo cuando bailo cumbia ¡le pongo el pañuelo!, dice con convicción. “Lo más importante es que las expresiones salgan espontáneamente, que no se piense, porque tienen que empezar por meterse dentro de lo nuestro, de lo auténtico, y de ahí sacar”
“La cueca fíjate ¡Cuánto tiempo tiene y no ha cambiado!. A través de todo el país tenemos la copla, la seguidilla, y el remate, aunque tenemos muchas variantes, pero lo principal se mantiene de Arica a Magallanes. Al bailarla todas van a empezar con el circulo, siempre por la derecha, por la izquierda nunca; después vienen las diferencias, unos zapatean, escobillan, otros valsean, andan, saltan, no saltan; de cuerdo al temperamento. Me dijo una vez una alumna, -señora ¿yo puedo mover las caderas cuando bailo la cueca?- y al caminar ella era un junco, le dije ¿y cómo te quito el junco? Si tu eres junco ¡baila la cueca como junco!, baila como eres, saca de adentro lo tuyo, todo es interesante, la pícara, la dolorosa, todo tiene un interés, una atracción, lo que realmente es.” “Fíjate que todo lo que llega a los campos se acueca, todo. La cueca tiene una fuerza muy grande, ha peleado con el “Cuando”, por ejemplo y salió adelante, solita, no necesita mucha ayuda, todo lo contrario, porque las ayudas desfiguran, porque a veces el folklore sirve para un barrido y un fregado, tenemos que tener mucho cuidado con eso, no maltratemos el folklore, no todos tenemos al pueblo en el corazón, que nos duele, al que no le duele el pueblo está lejos del folklore”.
“Es importante saber que la música tradicional permanece en el tiempo y no está metida en el ámbito netamente comercial, en cambio la de consumo si es comercial, porque se trata de vender, es la industria del consumir; porque la juventud lo necesita y se empieza a identificar, siempre son primero los jóvenes los que se identifican” Osvaldo agrega “Cuando los jóvenes se dan cuenta que pueden hacer cosas y que esto, lo tradicional, también les pertenece, se les empieza a abrir un mundo”.
¿Cómo lo que sucede con la cueca brava, por ejemplo?
Osvaldo responde “Unos musicólogos de Holanda, creo, vinieron a hacer una encuesta del porqué de este fenómeno, y se constató que había nacido con tanta fuerza en contra de la cueca de campeonato, impuesta por una regla fija, esquemática. Porque los jóvenes dicen que no son huasos y no pueden bailar esa cueca, que para eso hay que vestirse de huaso”. La maestra agrega entusiasmada… “la cueca hay que bailarla como uno la siente, hoy los jóvenes la están bailando como una expresión de libertad. Pero desde siempre ha habido cueca urbana, no existe un solo estilo de bailarla, hay muchos y diferentes, la cueca chinganero siempre ha existido”. Osvaldo retoma la conversación “… yo he visto espontáneamente bailar cueca a mujeres con mujeres y a hombres con hombres, me tocó ver a dos niños, de 12 años, que sacaron a bailar a dos niñas que no quisieron, ellos se miraron los dos y bailaron los dos, espontáneamente, porque la cueca es comunicación, es expresión”, finaliza Osvaldo y la maestra concluye… “Entonces, esta cueca urbana es justamente expresión de libertad, porque ellos la pueden bailar como la siente, no con el reglamento esquemático que le pusieron para los famosos campeonatos, la danza no se puede esquematizar, es imposible que los jóvenes bailen hoy como se bailaba en el mil novecientos. Es imposible, yo no puedo hacer cantar a la gente que viene a aprender conmigo aquí, como cantaban antes, ni a bailar como bailaban antes. ¡Es imposible!, reitera.
Extracto de entrevista aparecida en Revista de Folklore “EL Arado”, Julio de 2012