La venganza de doña Tuetueque
Vivió en el siglo pasado en Vega de Salas una señora llamada Salomé, de quien se decía que era una de las brujas más notables de la región. Los que sabían de sus hazañas la conocían más por el sobrenombre que por el de pila, así que era que, por lo general, nadie conocía a doña Salomé sino a doña Tuetueque, muy famosa en todo el contorno.
Se contaba que en cierta ocasión en que se enojaron con ella por unas curaciones de “achaques mal impuestos”, sus enemigos se dejaron caer sobre su casa y no la dejaron dormir durante varias noches. Molesta con esta actitud doña Tuetueque recurrió a sus conocimientos y apenas oyó en la noche el siniestro graznido -tue tue!! Tue-tue!! Tomó un ladrillo caliente del cimiento en que hacía su comida y lo lanzó por una ventana hacia el lado de donde venían los gritos. Inmediatamente cayó un chonchón herido como herido por una bala y siguió lamentándose en el suelo. Cuando salió a verlo resultó ser un pato y lo tapó con tablas y piedras; pero a media noche llegó una bandada de chonchones a liberar a su amigo y rápidamente desaparecieron con el y la casa de doña Salomé quedó el mas sepulcral silencio. A la mañana siguiente, al ir a ver la tinaja, la encontró sin nada y tapada con las mismas piedras y tablas que le había colocado.
Nunca más volvieron los chonchones y doña Tuetueque durmió tranquila y no tuvo que recurrir al pelero recién sacado de la montura, que es otra de las contras eficaces como las del ladrillo y sirve para ahuyenta a los chonchones cuando llegan a molesta a una persona que no les agrada.