Porfiada hasta después de la muerte

 

Lejos de la aldea vivía un matrimonio que pasaba en continuos disgustos porque la mujer, ya de algunos años de edad, era muy porfiada, que le gustaba llevar la contra a su marido, pues cuando este le ordenaba algo, nunca lo hacía como él quería, sino como a ella le daba gana.

Una vez el marido tenía muchos deseos de comerse una cazuela y en la noche le dijo a su mujer:

- Hija, desde mañana adelante no mate ninguna gallina más, porque las que hay las vamos a dejar para cría.

- Toditas las que hay que matar, respondió la mujer.

Y así fue, al día siguiente les dio el bajo a todas las gallinas y las que pudo las hizo cazuela y las demás fiambres.

En una ocasión ambos se convidaron para ir a la aldea vecina a oír misa. Para el viaje no tenían otras bestias que un caballo y un macho. Este último era un animal que se asustaba hasta de volar una mosca, por lo cual el marido no quería subir en él, entonces dijo a su mujer:

- Creo que mejor puedes ir en mi caballo; no sea que el macho te vaya a dar un costalazo.

- No, yo voy en el macho, contestó la mujer.

Y se pusieron en marcha: el marido en el caballo y la mujer en el macho.

Para llegar a la aldea tenían que pasar por un rio y como era invierno, el vado estaba muy peligroso por la gran cantidad de agua que pasaba. El marido antes de cruzar la corriente, le dijo a su mujer al lado arriba del vado, porque podía caerse y ahogarse. La mujer que no perdía ocasión de llevarle la contra a su marido, hizo lo contrario y como más arriba estaba más hondo, resulto que el macho fue arrastrado por la corriente y la mujer se ahogó en el rio. Cuando su marido la fue a buscar no la pudo encontrar rio abajo, sino que después de mucho trabajo la encontró como a unas tres cuadras más arriba del sitio en que se había ahogado, quedando convencido con esto que su mujer había sido porfiada hasta después de muerta.

 

 

Linares, 23 de enero de 1914.

(Revista Linares, tomo 7)