En la cordillera.

(Jerónimo Lagos Lisboa. Linares, 1933, publicado por Revista Linares)

 

Del robledal a la vera

que el Maule apenas retratara.

miro el ocaso escarlata

subir por la cordillera.

 

Desde agresiva risquera

un buitre el vuelo desata

y tizna el jirón de piñata

de la bronca torrentera.

 

Y allá arriba, junto al cielo

son monjes en oración

los montículos de hielo

que con llanto de emoción

van formando el arroyuelo

que fecunda el cañadón.

 

 

 

 

¿Qué hará un molino sin trigo?

 

Que hará un molino sin trigo?

¿Qué hará un peje fuera del agua?

¿Qué hará un herrero sin fragua?

¿y un avío sin estribo?

¿Qué hará un muchacho caito

todo lleno de amargura?

¿Qué hará el oro en sus honduras?

¿Qué hará una flor deshojada?

¿Qué hará una vela apagada?

¿Qué hará un curato sin cura?

¿Qué hará una nube sin viento?

y sin badajo una campana?

que hará una oveja sin lana

y una torre sin cimiento?

Un abogado sin pleito.

 

Y sin tinta que hará un papel?

Que hará un fuego sin arder

con leña mojada humeando?

Que hará un sordo escuchando

y un ciego aprendiendo a ler?

¿Qué hará un muchacho moderno?

Y sin alas que hará un ave?

Un fusil sin piedra y llave

y sin llover un Invierno?

Una ciudad sin gobierno,

sin soldados ¿que hará un juez?

y que hará un peón sin comer?

Sola que hará una barreta?

Todo está de mala cuenta,

sin pértigo una carreta

y una casa sin mujer?

¿un moribundo que hará?

Faltándole el confesor

una caja sin tambor

y sin tropa un General?

Un caminante que hará

Perdido una noche obscura,

¿que hará un reo si le apura

por confesar su delito?

El enfermo queda a gritos

y el muerto en la sepultura.

 

 

“El negrito”

Recitado por Eustaquio Ávila, Linares, 1912. Recopilado por Julio Chacón

 

Me gusta ver a mi negrito

cuando se pone los zapatos:

se los saca y se los pone

y hace dos mil garabatos.

 

Me gusta ver a mi negrito

cuando se pone calzones,

se los saca y se los pone

y le hace dos mil torzones.

 

Me gusta ver a mi negrito

cuando se pone chaqueta:

se la saca y se la pone

y hace dos mil morisquetas.

 

Me gusta ver a mi negrito

cuando se pone camisa:

se la saca y se la pone

y le da tentación de risa.

 

Me gusta ver a mi negrito

cuando se pone sombrero

se lo saca y se lo pone

y le hace dos mil pucheros.

 

GRATITUD

(Manuel cabezón Díaz. Décimas creadas y declamadas por él durante la celebración de la primera visita a nuestra ciudad del Centro Hijos de Linares, el 2 de noviembre de 1930)

 

A la vuelta del sendero

junto a la verde montaña

se esfumó tras mi pestaña

todo el panorama entero.

Y al sentirme un extranjero

en bullicioso confin

recordando este jardín

de mi tierra idolatrada

yo sentí la carcajada

burlona de un arlequín.

 

Y la ingrata multitud

sonriendo a mi injusta pena

me encadenó a su cadena

de placer y juventud

Más, deudor de gratitud

hacia mis queridos lares

vuelvo trayendo a Linares

una modesta canción,

que eleva mi corazón

como ofrenda, en sus altares.

 

Tierra, mi tierra hechicera,

toda amor y poesía,

azul en su lejanía,

verde en su hermosa pradera,

te beso en primavera

y en un amoroso arrullo

te dio el cariño mas suyo

y te dio con embelesos

el mas tibio de sus besos

y el mejor de sus arrullos.

 

Tierra en que mi fantasía

en tus contornos se pierde

lejana eres rosa y verde y cera y eres rosa y .. mia.

Musa de mi poesia

fue tuya mi infancia entera

cuando ave de primavera

al buscar un nuevo sol

se perdió el arrebol

de una nube pasajera.

 

Tus hijos hoy repartidos

en el mundano escenario;

hoy vienen a tu santuario

alegres y agradecidos.

Por eso es que hoy reunidos

en amor, en paz y en calma,

elevan, batiendo palmas

y cumpliendo sus anhelos,

una plegaria a los cielos

como principios del alma.

 

Recibe, pues, mi canción,

tierra de mis afecciones:

son miles de corazones

que van tras tu corazón.

Legitima es la ambición

que los trajo a estos lugares

y al volver a sus hogares

retornarán satisfechos,

llevando dentro del pecho

gratitud para Linares.

 

 

A Don Valentín Letelier.

(Januario Espinosa)

 

Linares, la tierra mía,

de Maule a Perquilauquén,

nos desplegó frente al tren

una tarde de alegría;

agradable sol lucía

sobre los viejos hogares

tal vez los criollos cantares

dieron su mejor registro

cuando llegó un Ministro

con los “Hijos de Linares”

 

¡Este es Rudecindo Ortega,

Ministro de Educación!

el que nació con el don

de la palabra y la brega:

su talento es hoz que siega

ideas de alto sentido;

ni el católico teñido

le podrá formarle asuntos,

aunque le busquen tres puntos

a su segundo apellido.

 

Abandonó su quehacer

y realizó un largo viaje,

por venir al homenaje

a Valentín Letelier;

por desgracia, va a volver,

pues su labor lo reclama,

y su verba que inflama

mañana no se va a oir,

en su ausencia ha de lucir

de su espíritu la llama!!

 

¡Si, camarada Intendente,

del ejército de Grove!
Es menester que se innove:

va a estar el Ministerio ausente!

En cambio, muy diligente

(a eso también se trajo)

revisó arriba y abajo

mucha escuela y el Liceo:

¡no vino, pues de paseo

sino en brazos del trabajo!

 

(Texto leído en el banquete de  bienvenida a Linares de la Comitiva de la Sociedad de Historia y Geografía de Linares, ofrecido en el Hotel París el 30 de Julio de 1939)